miércoles, abril 12, 2006

Memorias

Hará unos 6-7 años, cuando aún andaba, corría y me caía por el colegio, unos amiguitos y yo misma, nos dimos cuenta de que un compañero tenía unas uñas tremendamente largas, sucias y en definitiva, asquerosas -que ni Eduardo Manostijeras, vamos-. En fin, que no lo pudimos resistir y le dijimos algo así como: "Joe,...macho, que cerdo...córtate las uñas ya, ¿no?"
Él, medio colorao, nos contestó que se las cortaba siempre después de la ducha y que justo ayer se le había olvidado (vaya por dios).
Esta escena y una pregunta se han quedado grabadas en mi memoria desde entonces, entra en la categoría de anécdotas infantiles tipo:
-Menganita se comía puñados de arena, pero no por la arena en sí, no, ella quería la sabrosa carne de las hormiguitas.
-En el recreo del comedor, mientras Fulanita jugaba con el tobogán, los columpios y demás, nosotros solíamos subir a la clase, robarle la pasta de dientes y comérnosla hasta quedar saciados.
-Una vez que fuimos de excursión a la Dehesa, Pepito se subió a una montañita de arena, pero cuando se hundió se percató de que no era arena, de que las vacas estaban al lado y de que esos eran sus excrementos.
El caso es que mi duda sigue ahí...¿Cuántas semanas llevaba sin ducharse?


"Ojalá no te hubiera conocido nunca,
para no verte sin verte,
para borrar tu recuerdo
del que siempre me acuerdo
y nunca me deja en paz."
Muchachito

Y con esto, me voy de retiro espiritual, felices vacaciones de primavera.
(Los nombres han sido alterados, los hechos son completamente reales)

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