Pido, desde aquí, que no se me preste atención. Que no se me haga caso. Se me puede oir, dejo libre la opción de escucharme pero, en ningún caso, memorizar mis palabras. Por una sencilla razón, últimamente cambio mucho de opinión, de pensamiento. Soy capaz de decir una cosa con completa sinceridad y al rato, darme cuenta de que me es indiferente, que me-da-igual. O incluso, en raras ocasiones, enfocar otro punto de vista, y cambiar mi parecer. Impredecible.
Creo que es la menopausia. Ah no, calla calla, que eso aún no me toca. Pues el pavo con una dosis de estrógenos a tener en cuenta. No sé, no sé...